Sobre el collar de impulsos o collar electrico
Traducción del articulo “The puppy and the young dog – About growing up” de Turid Rugaas. Traducido por Nicolás Planterose
Es curioso ver como el progreso y la revolución tecnológica pretende también “alienar” la naturaleza y todo lo que le rodea, abriendo en este caso un debate sobre el uso del collar eléctrico.
El ser humano, que intenta mecanizar, robotizar, manipular y controlar absolutamente todo se dispone a “inventar” artilugios para adiestrar al que llamamos nuestro mejor amigo…
Sinceramente no puedo imaginarme poniendo un collar de impulsos a un amigo para que me escuche, me atienda, o no se aleje de mi lado.
Estamos en la era de haber quien inventa el aparato más “práctico”, más innovador y que se pueda vender como algo milagroso que puede erradicar muchos problemas.
Nos empeñamos en cuantificar, robotizar y manipular a los perros de forma que dejen de ser eso, perros, para convertirlos en auténticos robots con un grado de obediencia “perfecto” que sirvan a los humanos no sólo en funciones tan conocidas como perros policía, sino para muchos propietarios inexpertos que pretenden convertirse en profesionales caninos de la noche a la mañana.
Es curioso como la gente que utiliza este collar, lo defiende con argumentos tales como, gracias a este invento salvé la vida de mi perro…pero yo me pregunto, ¿qué vida has salvado? Acaso es vida someter a nuestros perros a estrés, miedo, dolor, esclavitud?
He escuchado de todo acerca de este dichoso collar.
Mientras unos lo defienden como el invento milagroso que resuelve todos los traumas y nos facilita la convivencia y el adiestramiento de nuestros amigos caninos, y otras personas como yo, nos oponemos completamente a usarlo, ya no sólo por el daño físico y psicológico que éste implica, sino porque no es más que una herramienta anti-natural que creo totalmente innecesaria. Es más me atrevería a decir que quien la utiliza es porque no cuenta ni con la formación ni los recursos necesarios para enfrentarse a según que tipo de malas conductas caninas.
Si pensamos en la relación hombre-perro, y nos remontamos a la época donde estos inventos de pilas no existían, nos encontramos con perros adiestrados, preparados para el servicio del hombre tan o mejor adiestrados que los que tenemos en la actualidad.
No hay que olvidar que el papel del perro en nuestra sociedad ha cambiado mucho. Si antes el tener un perro en una ciudad era impensable, ahora es impensable no ver canes paseando por las calles y correteando en los parques.
Antiguamente el perro era un animal funcional, se utilizaba en diferentes tareas para ayudar al hombre, como cuidar el ganado, como perro guardián, de rescate, etc…
Y Ahora que en la mayoría de casos lo que buscamos en un perro es que sea un miembro más de la familia, ¿tenemos que recurrir a aparatos que creemos son mandos a distancia, para conseguir nuestro objetivo, someter a nuestro mejor amigo?
Me gustaría que muchos de los que defienden estas técnicas lo probaran con ellos mismos, o incluso con sus hijos…
No se trata de una cuestión de maltrato, se trata de ética, de buscar la forma más adecuada y que no conlleve un elevado riesgo de traumas y fobias posteriores para la educación y en muchos casos recuperación de nuestros perros.
En Takoda, hemos recuperado muchos perros con fuertes traumas, fobias, agresividad, y podemos asegurar al 100% que con métodos como el collar eléctrico jamás habrían mejorado.
En mi humilde opinión, un adiestrador en excelencia es aquel que no necesita más que su propia presencia, sin artilugios, ni aparatos, ni collares de pinchos, simplemente la comunicación con los perros. Si un adiestrador logra establecer una comunicación eficaz con los perros sin recurrir a métodos como el collar eléctrico, para mí ya ha ganado mucho más que un perro felizmente adiestrado, ha ganado un amigo.
Miriam Perera
Adiestradora/ Etóloga Canina
Directora Takoda, Adiestramiento Natural Mascotas
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