La importancia de reducir el estrés

Por Alain Maortua
alainmaortua@gmail.com

Según el diccionario de la Real Academia Española, estrés: (Del inglés Stress), Tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves.
m. PAT. Alteración física o psíquica de un individuo por exigir a su cuerpo un rendimiento superior al normal: padece de estrés desde que trabaja tanto.

Podemos encontrar diferentes definiciones pero en este artículo, me referiré al estrés como, la respuesta adaptativa del organismo ante las exigencias que el medio le impone.

El estrés es necesario, prepara el cuerpo para la acción. El sistema nervioso se pone en marcha activando la secreción de diferentes hormonas (mensajeros químicos) como la adrenalina, para maximizar los sentidos, pero conviene saber que una exposición prolongada a situaciones de estrés es muy perjudicial para nuestros perros.

Resulta relativamente fácil que el estrés se acumule en su organismo, llegando fácilmente a convertirse en estrés crónico, lo que provoca todo tipo de trastornos, inhibe el control de los impulsos y provoca reacciones inesperadas.
Un perro estresado, no puede pensar correctamente ni aprender. Los comportamientos previamente aprendidos pueden sustituirse por respuestas típicas de la especie.

Bajo este punto de vista, es necesario que hagamos un ejercicio de autocrítica y pensemos en la cantidad de situaciones a las que exponemos a nuestros perros sin tener en cuenta el estrés que ello les supone.

  • Les dejamos solos sin acostumbrarlos previamente y sin ningún tipo de objeto que les estimule mentalmente.
  • Les obligamos a realizar un mayor esfuerzo físico del que realmente necesitan.
  • No respetamos sus horas de sueño y por lo tanto no dejamos que descansen lo suficiente.
  • Utilizamos correas cortas, excesivamente restrictivas que no permiten al perro expresarse con normalidad y favorecen los conflictos con el guía y con otros perros.
  • Desconocemos sus sistemas de comunicación (Señales de calma).
  • Demandamos continuamente su atención.
  • Utilizamos premios y castigos indistintamente, creando desconfianza.

En especial observo dos actividades relativamente comunes entre los dueños:

  • Por un lado, existe la falsa pero muy arraigada creencia, de que algunas razas son muy activas o especialmente nerviosas y necesitan hacer ejercicio continuo para quemar ese exceso de vitalidad. Con ese fin, se lleva a los perros a perseguir pelotas u otros objetos durante periodos de tiempo excesivos, o se les lleva a practicar Agility u otras modalidades deportivas.
    Una cosa es la predisposición que pueda presentar una raza determinada y otra muy diferente la potenciación que de esta podamos hacer con la educación.
    Por ejemplo:
    Tenemos un cachorro de Boxer. Como supuestamente es una raza que necesita actividad, no tardamos en jugar con él a perseguir una pelota. En poco tiempo, el perro parece disfrutar de ello más que con cualquier otra actividad, pero lo que realmente ocurre es que se produce un desequilibrio químico en su cerebro. La adrenalina es el principal de los mensajeros químicos que se sintetizan en estos casos de estres agudo, llevando al perro a un estado de sobreexcitación.
    Aún así, hay gente que sigue pensando que a su perro le gusta, pero eso no quiere decir que sea bueno para él.
    Tambien puede añadirse el agravante de que sea el único momento en el que se interacciona con el perro, lo que aún lo hará más interesante la actividad a realizar.
  • Y por otro lado, tenemos a la tan demandada obediencia básica. Se exige continuamente a los perros que cumplan “órdenes” y en la mayoría de las ocasiones, con el único fin de no ser castigados; o lo que es peor, alternando premios y castigos, que llevan al perro a un estado de total confusión y gran desconfianza hacia sus dueños.
    La producción de los diferentes mensajeros químicos, no se puede parar con un interruptor. Tras una situación crítica, la adrenalina se sigue liberando en el organismo y entre cinco y diez minutos después de pasada ésta; llega a su punto más álgido provocando reacciones inesperadas que no se suelen relacionar con lo que ocurrió anteriormente.

Todo esto no quiere decir que no podamos realizar determinadas actividades con nuestro perro, pero tenemos que vigilar que no muestre ningún síntoma de estrés y siempre lo haremos durante cortos periodos de tiempo, dejando que el cuerpo se recupere (dependiendo de la intensidad, pueden pasar días). Lo malo, como veíamos con anterioridad, es cuando, por diferentes razones, ese estrés se acumula pasando a ser crónico, manteniendo al cuerpo en un estado contínuo de alerta que lo lleva a un profundo desequilibrio, debilitando su sistema inmunológico y en definitiva, a un trastorno general muy preocupante.

Algunos síntomas que nos pueden indicar que un perro está estresado pueden ser:

  • Jadeo rápido (no relacionado con el ejercicio)
  • Falta de atención (no responde a nuestras señales)
  • Bostezos (no relacionado con sueño)
  • Hiperactividad
  • Sacudirse como si estuviera mojado
  • Estirarse
  • Comportamiento destructivo
  • Ladrar en exceso
  • Falta de apetito
  • Agresividad
  • Falta de concentración
  • Mayor frecuencia de micción y defecación
  • Diarreas

En casos de estrés crónico, pueden aparecer conductas estereotipadas o llegar incluso a la automutilación.

¿Que podemos hacer para reducir el estrés?

  • Debemos crear un fuerte y estrecho vinculo.
  • Establecer una buena comunicación, identificando y respetando las señales de calma; esto evitará tener que dar tantas “órdenes”.
  • Comprender que los perros no ven las situaciones como nosotros.
  • Hay que ser capaces de ponerse en su lugar, de entender el porqué de sus comportamientos y así reducir los conflictos.
  • No potenciar la predisposición que pueda presentar el perro a realizar un determinado comportamiento evitando reforzarlo.
  • Pasear por lugares estimulantes donde pueda utilizar sus sentidos.
  • Dejar que el perro se relaje. Tenemos que pensar que también disfrutan estando relajados y debemos proporcionarles esos momentos de descanso.

El estrés, es sin duda, el causante de la mayoría de los problemas de comportamiento que presentan los perros, por lo que resulta realmente importante identificar las fuentes que lo provocan y no exponer al perro a las mismas.

Ahora ya tenemos algunas pistas para ser capaces de reducirlo. ¡Está en nuestras manos!

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